
Me despierto sobresaltada por el ruido que hacen las olas al chocar contra las rocas del acantilado. Hace frío pero aun así me levanto, pues ya no puedo dormir, y me pongo la gruesa bata rosa que hay a los pies de mi cama. Salgo de la habitación y bajo las escaleras. Cuando estoy frente a la puerta dudo por un momento, pero al fin agarro el picaporte y salgo al porche. La casa es pequeña y bonita pero lo que más me gusta de ella es que está situada junto al acantilado.
Los primeros rayos de Sol se esconden con timidez. El viento me alborota el cabello pero es agradable. Pronto me dejo influir por la atracción del mar y la Luna y decido acercarme al precipicio. A cada paso que doy estoy más segura de mí misma y me encuentro más fuerte. Estoy tan cerca...quisiera acercarme más y tocar el agua fría y salada...
Un traspié , un momento de duda...y caigo al vacío.
Es un sueño, querida Virginia. El sueño de Ícaro que cae para que lo levantemos, nuevamente, con nuestros deseos.
ResponderEliminarMe gusta mucho leerte.
Un beso.
Lola.