sábado, 28 de febrero de 2009

Suéñame, Cañada.



Se dice que no se aprecia lo que se tiene hasta que se pierde. Y yo sé que algún día echaré de menos los rincones de Cañada.

"A ninguno de los que diariamente nos sentábamos durante seis horas a escuchar aquellas verdades universales (o personales) se nos ocurrió pensar que el futuro que nos imaginábamos era demasiado idílico...", suspiraré.

Y no, no es que me haya dado por la clarividencia, pero he decidido instalar cámaras ocultas que me permitan conocerme mejor incluso cuando no me miro. Claro que esta es otra historia...

1 comentario:

  1. Escribirnos en el frontispicio que tenemos sobre los ojos, con la tinta invisible de la conciencia la máxima délfica:(gnosze seauton:gnosce te ipsum, "CONÓCETE A TI MISMO") y saber, como Equécrates, que eso es cosa del divino Sócrates.
    ¿Te pasas mañana a ver al escritor Manuel Moya por la biblioteca? Tiene una revista digital "Hwebra" interesante y bastante abierta a publicaciones.

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